Finalmente




Y aquella noche el frío se colaba por mi camisa a medio vestir y mis ojos no paraban de llover.
Inmóvil, con el filo en mis manos, aún podía sentir mi corazón palpitar rápido.
En el suelo, yacían pedazos de las botellas rotas y solo podía pensar que lo que está roto, nunca vuelve a estar completo.
Entre el ruido de autos que pasaban y las luces de neon que titilban, sonaba la canción que una vez nos hizo bailar.
Mis ojos dejaron de llover, mi camisa aún a medio vestir, el frío finalmente me arropó y mi corazón, por fin, dejo de latir.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Hola El More. Mil gracias por dedicarle un tiempo a leerlo y a dejar tu comentario. Que fortuna que te gustó. Saludos!

      Eliminar

Publicar un comentario

Gracias por comentar. Vuelve pronto

Entradas populares de este blog

Quiero tanto, quiero poco, quiero, te quiero

Amor en sala de espera

La historia que te crees tiene dos versiones