Mi mente, mi caja
Si
la mente fuera una caja, pudieras ver dentro de la mía el amargo pasado que
llevo dentro. Si, lo arrastro, porque me dolió, me superó, y no es fácil sanar,
soltar…
Ahí guardo los recuerdos como fotos y videos, los momentos hermosos que vivimos juntos, los dos y luego los tres, aquellos tristes, llenos de lagrimas, rabias y decepciones.
Si
la abres, verás aquellas noches infinitas en las que lo veía sin poder dormir y
adolorido, verás en colores vívidos, como un video, el momento en el que nos
dijeron la más temible noticia, el mostro nunca dejó la cueva.
Si de verdad quisieras saber qué hay en mi caja
de memorias, ahí está la familia del piso 6, bailando en la sala después de un rico
desayuno, ella, aunque como está pequeña ,siempre sonriente y dispuesta a hacer de
todo momento un juego, el, el rey de la casa, baila y canta con ella, su
tesoro, y yo, yo bailo, miro y fotografío el momento.
Dentro de mi caja guardo aquellas palabras
perforadoras, escritas y habladas. Aquellas que nunca se dijeron y esas miradas
que decían más que un testamento o un grito desesperado. Aunque, también, mi
caja, está llena de silencios, silencios que adormecen el alma porque están
llenos de miedo, miedo a aquella realidad, al qué dirían…
En esa caja también tengo flores, aquellas que
nos dimos un 14 de febrero, aunque están marchitas por el tiempo, para mi
siguen estando tan vivas como aquel día que le pedí a la señora que me vendiera
esa rosa, la más grande y roja, para ti, que estabas esperando tu turno en la clínica…
sin saber qué nos deparaba el destino… ese día nos amábamos, con detalles, sin
detalles, de verdad o no, ese día pensamos que ese amor era tan fuerte para
soportar cualquier obstáculo que se nos atravesara en el camino.
Y la parte triste de la caja, es la que te
cuento que no fue así, ese amor, aquel amor que nos juramos, que nos dio fruto,
que disfrutamos y lloramos tanto, el mismo que un día empezó en la oscuridad de
un patio ajeno, y un beso nervioso y juguetón, aquel mismo que nos llevó al
altar y formar una familia, ese mismo, no aguantó el peso de la prueba, se
desgarró en tantos pedazos que no quedó nada dentro de mí.
En esa caja, a veces, solo están las lágrimas
amargas de aquellos momentos más oscuros, solo yo y mi dolor.
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