El Diario de una Fulana

Porque todos tenemos una historia que contar, cedo este espacio a un gran amigo... Autor: Carlos Peña Solo me gustaría saber que hice para que este dolor tan inmenso me haga estremecer como nada en la vida lo ha hecho. Este gran dolor que para mi, ha sido lo más fuerte que he sentido en la vida, me hace no creer en un señor llamado Dios. No se como soportaré esta ausencia tan grande, ya que te convertiste en parte de mi alma, o mejor dicho en mi alma entera, algunas veces la vida te devuelve cosas, las cuales no entiendes ni crees merecer ,pero de eso se trata la vida, si no, no se llamara vida. Solo se que te amo como jamás lo había hecho, te lo he demostrado, dicho y sentido, espero que no sea mucho tiempo el sentir tu ausencia porque no se que sería de mi vida sin ti. Quizás, todo esto solo sea mi culpa, ya que no se otra forma de amar ni de demostrar cuando amo a alguien, en este caso, a ti. Todo en esta vida tiene solución, si uno lo desea, pero hay cosas que no tie

Suave textura Que divina sensación, soy adicta a ellos.

Hay momentos en los que las personas que más nos aman, pueden ser causantes de grandes dolores y penas en nosotros. Aquellas personas que nos rodean y hacen de nuestra vida un poco más fácil, nos aman, nos cuidan, no hacen la comida, nos llevan al colegio de pequeños, nos ayudan con las tareas, secan nuestras lágrimas y hacen de enfermeros cuando estamos mal, esas misma personas que durante años de nuestra vida nos han profesado amor, amor del bueno, del puro, del eterno, son esas mismas quienes pueden hacernos mucho daño. Es que el hecho de estar bajo sus alas, nos hace blanco simple de críticas, se les hace más sencillo juzgarnos y decirnos tantas palabras (bonitas y unas tantas no tan lindas), por estar tan cerca de nuestra esencia, tienen un poder casi único de quitarnos lo que nos han dado, de decirnos lo mal que lo hacemos y hasta que mal nos vestimos. Es así, esas personas tienen la potestad (o creen tenerla) de agredirnos cuando quieran por la sencilla razón de que

Que placer poder compartir un rico vino con buenos amigos y que generoso es el tiempo cuando estamos riendo. En esta reunión ocasional e informal me di cuenta que podemos estar en grupo sin hablar de otras personas (que por su puesto no están allí) en malos términos. Es posible pasar un rato agradable sin que necesariamente siempre haya “alguien” que divulgue algo no tan bonito de otro. No es que yo sea asidua de esta práctica, es solo que la mayoría de las veces en reuniones, fiestas, encuentros casuales, entre otros, hay alguien que sale a relucir y no precisamente porque sea importante, aunque a veces creo que lo debe ser, porque si aun estando ausente está presente en los comentarios de algunos y da de que hablar, entonces algo bueno debe tener. O ¿es envidia? No lo se, tal vez, que problema tan grande puede causar un comentario de alguna persona, hay que estar bien molesto e inseguro de mi mismo como para que de nuestra boca salga algo que perjudique no solo a la persona

Se que eres para mi, aunque no eres solo mío, sé, que sin querer, te comparto, te tengo conmigo, pero eres prestado, eres de todas. De todas las que han comido de tu plato, las que han probad de tu miel, has sido de todas y no eres de ninguna, ni de ti. ¿A dónde perteneces? ¿A dónde vas? no tienes país ni un destino fijo. Vas a donde todas te lleven, ellas son tu vela, no eres quien manda en tu propia casa, haz naufragado tantas veces, no haz aprendido de ello; y sigues navegando sin brújula, te dirigen. Eres su títere, su premio, su galardón. Te quieres tan poco, que has llegado a sentirte orgulloso de ser una estatuilla para ellas…solo un objeto. Navegas en aguas llanas para estar seguro, pero al final no encuentras donde atracar. Sé que sientes miedo, pero ¡¡aguarda!! Yo estoy aquí, para rescatarte, para hacerte feliz Yo no quiero un premio para sentir que gane, simplemente, porque no estoy en una competencia, estoy viviendo mi vida, sin correr, sin buscarte