Mi familia, mi tesoro




Un abrazo, estrechar las manos, una mirada, acariciar el cabello, besos y te amos, cosas simples que llenan el alma con tanta potencia que ni el corazón más roto se puede resistir.

Poderes que tenemos para sanar las heridas más profundas y cambiar miradas tristes por esperanza y paz.

Y más potente es cuando esto lo conseguimos en nuestra familia. Nada más sanador que recibir amor de tus padres,  hermanos, abuelos, hijos, tíos, primos y sobrinos.

Sumándole a esto, las circunstancias en las que vivimos, lejos de casa, durmiendo a cientos de kilómetros, el alma clama por el abrazo de esa persona con la que creciste y viviste muchos años, esa persona que tal vez, te conoce más de lo que crees, que te ama sin importar qué, sin saber de razones, solo sentir.

Con el tiempo aprendes a valorar a las personas que no tienes cerca, que por diferentes razones viven muy lejos de casa, cuando por fin pueden estar juntas, hasta el más mínimo detalle se atesora con el corazón porque recuerdas todas esas veces que te hizo falta, aquella canción que sonó y te trajo a la mente su rostro cantándola, aquella noche triste que quisiste su abrazo o la veces que no pudiste soplar las velas de su cumple.

Aprecio cada instante que nos regala la vida, aunque no podamos vernos a diario, solo hablar por teléfono, agradezco a la vida por la fortuna de encontrarnos aunque sean unos días.

Mí familia, mi tesoro!

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