Las cosas
Uno de los tantos aprendizajes que me ha dejado la experiencia de vida más grande que me ha tocado hasta ahora, es el desprenderse, desprenderse de "las cosas" a no sentir apego por aquellos objetos que formaban parte de mí casa, de mi día a día en el hogar, por ejemplo la cafetera donde él hacía el café todas las mañanas, la nevera que tanto nos costó comprar, la cama que pagamos con extra créditos de sus tarjetas, el gavetero y la cama que hacían juego en blanco para la bebé, que también nos costó comprar.
Y es que nada se nos hizo fácil adquirir, desde la casa y todo lo que estaba adentro, el carro... Eran cosas necesarias que usábamos a diario y nos hacían más fácil las tareas.
Cuando llegó el momento de desprenderme de esas cosas, la verdad me costó con unas más que con otras, pero en el fondo sabía que tenía que hacerlo. Era una necesidad, hubo un pensamiento que me ayudó a hacerlo: estos objetos comprados con nuestro esfuerzo tiene un propósito en la vida, y siento que en la mía ya lo cumplieron, no las necesito más, o por lo menos aquí, si me voy del país podría usar el dinero de su venta para algo más útil del viaje.
Me di cuenta que para avanzar debía desprenderme de "cosas" que me hacían peso emocional, porque me ataban a un pasado que debía dejar, desapegarme a lo que fue, para poder avanzar.
Y así fue, de la ventas de aquellos objetos que formaron parte de mí vida en familia, pues ya no queda mucho, y ese dinero lo transforme en algo útil en este plan de emigrar.
Al final, no nos llevamos nada material de aquí, al final esas cosas que en su momento formaron parte de la rutina familiar ya no cumplían su rol y el sentimiento que nos generan esas cosas siempre quedan en la memoria, por ejemplo el cafecito rico que me hacía él... Al final las cosas son solo eso, cosas...
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Vuelve pronto