De mi oasis
De los desastres de la semana me voy a un oasis a descansar,
de allá regreso, liviana, renovada, lista para empezar otra nueva
semana de tormentas y de cargas.
En ese oasis encuentro agua fresca que tomar, brazos cálidos
que me rodean, el regazo más cómodo que he probado, miradas dispuestas, manos abiertas, buena comida, caras alegres de verme.
En mi oasis de paz, puedo ser yo, puedo ser quien soy
realmente, sin miedo a ser juzgada, sin pena, sin la sensación de estar bajo una
lupa gigante en busca siempre de un detalle.
No es mi hogar, es mi spa emocional. Mi hogar ahora está anegado
y debo huir a veces para descansar de remar. Mi alma está partida, mi mente
está cansada, mi cuerpo adolorido, mi corazón roto, mi pecho rebozado de
sentimientos amargos y detestables.
En mi espalda llevo un gran peso, un peso a veces,
insoportable, y los ángeles, Dioses y
Diosas me han echado al olvido. Antes, pensaba que era hija de un gran Rey, hija
amada, consentida y escuchada, pero ahora en medio de esta tormenta, me doy
cuenta que eran solo mitos, mitos y leyendas, y la realidad golpea fuerte cada
día.
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