Y que al final no te den lo que esperabas porque no dio TIEMPO.. . Seguramente, los que lean las siguientes líneas, sean muchos o pocos, (seguro más pocos, poquitos, que muchos) se sentirán IDENTIFICADOS, pues sé, que todo Venezolano ha pasado por esta situación, por lo menos UNA vez en su vida. Hace un año perdí la cita para sacar el pasaporte, que además la pidió un "Gestor", así que me aventuré en este viaje, que lamentablemente para mí, aun no termina. Tuve que introducir una carta en la Oficina Nacional de Identificación y Extranjería (ONIDEX) solicitando cambio de clave en su página Web: www.saime.com.ve Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), en la cual, debía registrarme y optar por una fecha para entregar la documentación. Ya estando registrada, solicité de nuevo una cita, sin embargo no fue tan sencillo, al cabo de cuatro meses sin obtener resultado, volví a las oficinas de la ONIDEX para exponer mi caso, introduje nuevamente otro...
Aprendí a vivir conteniendo el aire constantemente. Se me dificulta tomar una bocanada de aire y soltarlo. Me di cuenta que vivo con el pecho apretado, como si una gran roca estuviera encima de mi todo el tiempo. Camino con un saco inmenso a cuestas. Tristemente, aprendí a vivir así, pesada, cansada, incómoda, triste. Con sinceridad , sé fingir mi sonrisa tan bien, que nadie se ha dado cuenta lo rota que estoy por dentro.
"y en la sombra de la luna me quedo yo, esperando por tu amor que me sacie de pasión" Isabel Rivas La madrugada silenciosa, irradia fantasías, llama a gritos al sol, se despide de la luna y derrama esperanzas sobre quienes aun, en el filo de los sueños, quieren abrir sus ojos y vivir las horas que quedan. Yo, ahí, así, como quien no busca mucho, esperando que el reloj apunte el tiempo estimado para salir y caminar en el suelo fértil de mis ilusiones. Ahí, así, como quien no quiere la cosa, soplando la vela de mi embarcación que se dispara a un viaje infinito por la imaginación. Ahí, así, inquieta pero pacienzuda, detuve el viento en mis brazos para ahogar mi preocupación, contuve un poco de agua en mis manos y enjuague mis lágrimas tristes para dar paso a las felices, que vienen con un saquito de sonrisas. Ahí, así, entendiendo la madrugada, como un montón de horas despiertas esperando que los cansados descansen y los despiertos ...
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