Mí Viaje

Adentrándome en el bosque con la mirada concentrada en el horizonte, no miré hacía atrás, para no recordar, no miré hacia abajo para no mostrarme arrepentida, no miré a un lado, porque se que estoy sola en esto, ni miré hacia arriba, para no reconocer que me vigilan.

Camino por aquel oscuro bosque, cubierto por una capa gruesa de silencio y un aire de soledad, busqué paz y no la encontré, y queriendo tenerla me asfixiaba, me perdía. En el camino pedregoso, acompañado por árboles gigantes, pero sin frutos, se dejan ver muchos pasadizos pero, no se cual escoger, todos parecen correctos y a la vez tan desatinados, aun no se cual.

En el interín, quise reposar de mis pensamientos (búsqueda) y me topé con mi conciencia, que tanto me ha estado atormentando, la he estado evadiendo, como cuando alguien te seca el nombre de tanto llamarte, pero no le haces caso. Ella, la conciencia, preguntó por qué seguía calzada, (debes sentir la tierra que pisas). Y preguntó por qué seguía perdida, por qué no me estoy buscando; me preguntó por aquellos anhelos que me mantenían ocupada por un largo tiempo, la pasión de mi corazón. Y me entristecía reconocer no tener en mis labios ni en mi cabeza, respuesta a alguna para sus cuestionamientos.

Aun cuando no pude responderle, alcancé a contarle que: “tengo ganas de desaparecer, y regresar triunfante, quiero por un instante, tu silencio para concentrarme en encontrar la salida. Esclarecer, los porqués de mi desmotivación, el porqué de esa apatía general. Porque necesito la fuerza para flotar, necesito fuerzas. No la tengo, se me agotó, hubo un momento que la tenía y hubo algo que me la quitó”.

Y es que en eso se me han pasado varios años, y en este agotamiento de ser testigo, de ser parte de un público que ovaciona de pie a su artista logrando sus éxitos, y no ser YO el artista. He sido todo este tiempo, un mendigo en su propio reino, ¡Bendito desgano! de estar sentada en la banqueta observando a otros saltar la valla. Y yo aquí pensando en mil cosas que no me resulta en nada. Precioso el tiempo que he perdido viajando en el tren equivocado, uno que no me lleva a ningún lado.

Y ahora aquí, en este inmenso bosque, tratando de descifrar cual pasadizo tomar, con mil preguntas, con tanto dilema, apareces tu, conciencia, a querer perturbarme con tus ideas de moral, apurándome a alcanzar el bus donde están todos los demás, haciéndome creer que debo ser como ellos. Una mala jugada, un auto-sabotaje