Necesito

Necesito abrir un libro que me lleve al país de las maravillas y ser Alicia, necesito ser el personaje que quiso triunfar lográndolo con dedicación.

Quiero ser un árbol que da sombra y frutos en abundancia. Quiero abrir mis ojos al sur y cobijarme con la luz que destella el sol.

Tengo ml sueños que cumplir, tengo mil metas que alcanzar. Debo empezar, busco la puerta de entrada o una ventana.

Llevo conmigo un pesar, un pesar que no me deja avanzar, siento una inmensa nostalgia de aquellos días que no tardaron en llegar pero se fueron tan rápido, aun tengo el sabor en mi boca. Sabor a canto, a libertad, a despreocupación, sabor a chocolate y diversión.

Quiero escribir en las páginas en blanco de mi historia, hechos hermosos, emocionantes, llenos de vida, de creatividad, de esperanza y de logros. Ahora soy un mendigo de pensamientos y de motivación. Soy un pez que se ahoga en su propio mar, un ave que tiene grandes alas y no las sabe usar.

La felicidad de la vida reposa sobre mis hombros, pero es un peso que debo cargar, una inmensa cruz, porque no puedo gozar de tenerla, porque no puedo aprovecharla, porque no se que hacer con eso.

Soy una escritora que se perdió entre las líneas negras del libro viejo, que se quedó sentada esperando un aventón. Soy una soñadora de la vida, ilusionista, fantasiosa. Me quedé perdida en el país del nunca jamás, no consigo la llave, una pista, estoy ciega.

Necesito un rayo de luz que me guíe hacia el lugar y tiempo indicado, necesito una fuente de inspiración y quiero que aquel mago que me robó la ilusión, me devuelva la motivación y la perspectiva. Lo que perdí en el camino fue un trozo de mi misma, un pedazo de mi carne, una pieza de mi rompecabezas. O tal vez, fue algo que nunca tuve, pero mi alma reclama ahora.

Ahora necesito eso que no tengo, ese don que no consigo, ese deletreo de palabras que describen mi misión en la tierra, necesito un mensaje en la botella, un hada madrina que me calme la ansiedad. Necesito una presencia divina en mi vida, algo más allá, que me de respuestas, no pistas, estoy demasiado lejos para llegar a pie. Estoy demasiado perdida para encontrarme, necesito la brújula de la vida, la orientación de los puntos cardinales.

Al parecer, todo el que habita en este mundo tiene una misión, un legado, y son aquellos los afortunados, quienes consiguen cual es su don, su destino. Son aquellas almas conseguidas que trabajan sinérgicamente entre lo que quieren y deben. Son las manos fantásticas que día a día se pierden en las olas de su vida porque ya encontraron su mensaje en la botella, ese vaivén de palabras que nunca sobran, porque te dicen directamente al corazón “esto es lo me encanta”, “esto es que lo debes hacer para ganarte la vida” sin resentimientos, sin dudas, sin quejas, es lo que te gusta.

Ahora me encuentro en esta esquina sin rumbo, sin salida de emergencia, creo que ya usé todas mis artimañas, estoy acorralada, sentada en la silla de la eterna espera, cansada, sin fuerzas, sin lagrimas, sin preguntas, sin respuestas, sin medidas, sin motivación alguna, sin material de apoyo, solo yo conmigo misma, solo yo con la esquina sin salida.

Necesito despojarme de tantas cosas que no me sirve, la cordura, la gordura, la ansiedad, la impaciencia, la desidia, la pobreza de espíritu, y llenarme de tantas cosas que necesito para sonreír, óptica, ligereza, un don, baile, mi espíritu, motivación, monedas en los bolsillos y sonrisas sinceras del alma. No solo para mí, sino para esa persona que decidió acompañarme en esta espera por mi misma, en este viaje que aun no empieza.

¿Dónde están todos? “cada uno en lo suyo” dice la voz, no lo susurra, lo grita.